El intento forzado de escribir


Siempre he creído que escribir es un acto de pura inspiración: mientras dibujas palabras que, al leer, suenan como la historia jamás contada.

No obstante, te estrellas con la impotencia, con la falta de inspiración, la frustración y todo eso que produce que no seas capaz de terminar un solo párrafo frente a la máquina de escribir, el teclado o el simple papel.

Recuerdo que cuando entré a trabajar en La Agencia, la Abejita me dio como primer encargo hacer un Guía para hacer un Informe de  recomendación de Colecciones, luego hacía muchas Ayuda Memoria: para capacitaciones, para implementaciones, etc. Y recuerdo que lo hacía con tal naturalidad como si hubiera nacido para ello; las palabras simplemente brotaban de mi mente y solo me ponía escribir hojas de hojas. Incluso llegué a escribir una autobiografía que, hasta ese momento, llegó a tener 18 hojas llenas de párrafos describiendo pasajes de mi vida.

Luego entré a trabajar aquí y la manera como escribía no era la adecuada para ingenieros (antes lo hacía para economistas), luego de meses de adecuarme a un modelo y tratar de no salirme de los parámetros, empecé a volverme impotente.

Mi mente era (y es) una máquina impotente, que piensa ciento de veces si la palabra que usa es la adecuada y que luego se frustra porque lo que escribe nunca será lo perfecto. Ahora estoy en un punto de terror y oxidación: ya no escribo. Llevo más de una semana intentando terminar unas bases para un concurso (el cual debe ser un máximo de 3 hojas) y solo he quedado con 3 párrafos en borrador. No hay ideas. No hay inspiración.

Mi oxidación también ha afectado al blog, por si te has dado cuenta amiguito lector.



Es por eso que me forcé hoy a escribir esto en los 10 minutos que solía dedicarle a mi blog y que eran suficientes para poner un post casi a diario. "Si me cuesta más de 10 minutos redactarlo - me decía - seguramente no vale la pena"

Y si bien este escrito ha salido en casi unos 30 minutos, además que no ha sido un tema tan interesante, ha valido la pena probarme a mí misma que puedo volver al ruedo de la inspiración.

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